A pesar de su popularidad la red social tiene algunas asignaturas pendientes
- Una década de constantes cambios
- Solo dos de los 20 primeros empleados siguen en Facebook
De un muro con fotos a múltiples opciones, eventos, páginas
oficiales... Facebook, a pesar de sus esfuerzos, hace tiempo que dejó
de ser sencillo. Lo intenta, pero es farragoso. Más de 1.230 millones de
usuarios tienen un perfil en el invento de Mark Zuckerberg, pero, ¿qué
tendrían que mejorar?
El móvil: La gente se conecta desde el
teléfono y todavía no ha conseguido una experiencia satisfactoria. La
versión web tarda en cargar y no siempre se adapta al terminal con
acierto. La aplicación oficial tiene limitaciones.
Las aplicaciones: en plural, porque son
multitud. Desde Poke, a la oficial, otra para gestionar páginas y ahora
se suma Paper, una gran promesa, pero siguen sin tener una unidad clara.
Crear una aplicación para limitarla no tiene mucho sentido, sin
embargo, una vez que se pone una etiqueta en una foto, no se puede
eliminar desde el móvil, sino que hay que ir al escritorio. Lo mismo
sucede con las notificaciones. La más criticada, sin duda, es Messenger.
Mensajería: No consiguieron comprar
Snapchat. El ascenso de WhatsApp y Line les ha cogido con el pie
cambiado en el mundo de la mensajería instánea. Su Messenger, colmado de
pegatinas de todo tipo, intenta ganar adeptos en un campo en el que ya
se han repartido las cartas. Resulta muy extraño recibir una
notificación en el móvil, en la aplicación principal, abrir el mensaje y
tener que saltar a la aplicación Messenger para contestar. Por no
hablar del banner en la parte superior incitando a invitar a amigos a instalarlo. Quizá demasiado insistente y agresivo.
La privacidad: Se puede acotar el alcance
de un post, decidir quién lo ve o no, pero resulta algo farragoso
cambiarlo con cada publicación. Además, sigue teniendo un gran agujero,
en la columna lateral izquierda, desde el ordenador, la pestaña de
actividad invita a ver las últimas acciones de alguien. No tendrían más
importancia, si no pusieran datos como las últimas canciones escuchadas
en Spotify, el nivel de Candy Crush que se acaba de superar o el muro en el que se ha puesto el comentario. Es parte de la red social, pero se pasa de indiscreto.
Cambios sorpresa: Cuando parece que está bajo control, llega un nuevo cambio. Sucedió con los post
patrocinados por parte de particulares, que pronto desaparecerán, con
la nueva portada que incluía un friso con fotografía apaisada y creó
gran alboroto cuando se introdujo el Timeline. Facebook no termina de
saber comunicar los cambios. El gran incendio fue, precisamente, cuando
al poder volver al pasado con facilidad quedaron al descubierto
conversaciones que, aunque eran públicas, habían caído en el olvido. En
septiembre de 2013 el malestar fue mayúsculo.
Los que se van: Facebook no lo pone fácil
para irse y desaparecer del todo. El proceso es farragoso, lleno de
preguntas. El perfil se desactiva, pero no se elimina. Si decide volver,
se puede volver a reactivar todo lo que se hizo. El argumento que usan
es que cada vez más usuarios se toman un descanso temporal, pero después
agradecen seguir donde estaban.
Los que se van para siempre: Cuando
alguien muere el perfil suele quedar inactivo. Si se notifica se puede
reconvertir en un ‘memorial’, o lugar para rendir tributo y recordar al
amigo fallecido. Se conoce poco y es necesario mostrar un alto grado de
cercanía para activarlo. La consecuencia es que nos reaparecen los
amigos muertos en cumpleaños cercanos. Sensación extraña...
Difícil limpieza: Es muy sencillo hacer
clic y decir que nos gusta la zapatería del barrio, la tienda de
ultramarinos del pueblo o el grupo musical que estuvo de moda hace
demasiado tiempo como para recordar sus melodías. Lo difícil es, tiempo
después, hacer recapitulación y limpiar el perfil. Esto también sucede
con las etiquetas de amigos, invitaciones a eventos o participación en
grupos.
Comprar y cerrar: Cuando ha hecho falta,
Zuckerberg ha tirado de chequera para hacerse con tecnología y
servicios. Así sucedió con Push Pop Press, la empresa de Mike Matas, y
lo mismo con Friend Feed, Friendster o Snaptu. Es una buena forma de
hacerse con trabajadores creativos y patentes, pero también de aniquilar
la competencia o cerrar servicios que podrían hacerle sombra.
Registro universal poco claro: La idea de
usar Facebook como registro para aplicaciones y servicios suena bien,
es cómodo y ahorra tiempo. No lo es tanto cuando nadie tiene muy claro
cuánta y qué información se toma del perfil y los contactos, ni qué hace
la aplicación relacionada con ello.
Fuente: elpais
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